MIGUEL ÁNGEL CABALLERO PÉREZ

Una de las mayores ventajas de haber estado presente en la formación de un artista al que admiras es que te permite disfrutar aún más de todas sus conquistas plásticas y profesionales. En este sentido, personalmente, la obra del escultor Miguel Ángel Caballero Pérez (Rota, 1975) no puede más que emocionarme. En él es un placer poder afirmar que desde sus primeros años de formación como escultor profesional en un espacio tan exigente como nuestra histórica Facultad de Bellas Artes de Sevilla demostró un extraordinario dominio del dibujo y de las formas escultóricas. Aquí recibió clases, entre otros, de maestros de la talla de Sebastián Santos Calero y Constantino Gañán Medina. A pesar de aquella juventud el talento, la precisión, la profesionalidad y la originalidad ya eran realidades palpables en su joven producción. El amor por el detalle, el dominio formal y el espacio tanto gráfico, pictórico como volumétrico eran marcas de las distintas obras que le irían definiendo como escultor. Durante aquellos exigentes años de formación no era necesario ser ningún visionario para saber que, con seguridad, Miguel Ángel Caballero sería una gran figura de la escultura tanto civil como sacra.

Los años nos han confirmado lo que todos los que le conocimos adivinábamos por aquella época: que estamos ante un artista extraordinario que se mueve con absoluta seguridad en diversos medios artísticos, tanto temáticos como técnicos. Un dominio que le ha llevado ha realizar trabajos de una enorme solvencia tanto de talla como dorado, policromía, restauración o en exquisitas piezas de orfebrería. De hecho, estas disciplinas son materias que habitualmente ha impartido como profesor en diversas escuelas y talleres como la E.T. Maestro Guzmán Bejarano o la E.T. Arte Cofrade. Una experiencia que también le llevó a desarrollar su labor como Jefe del Departamento de Talla en Madera de la empresa Olioz Arte S.L.

 
 
 
 

Como escultor e imaginero profesional, ya en plena madurez de su obra, podemos destacar numerosas virtudes. Quizás me centraría en la fuerza, originalidad y sensibilidad que transmite en la narración de sus piezas. Unas esculturas a las que acompaña por igual el drama, el amor, la pasión o la piedad. En la reciente realización del trío escultórico Monaguillos Turiferarios (2013) podemos disfrutar de la infancia y la devoción de unos personajes y gestos magníficamente resueltos tanto desde su ámbito técnico como sacro. En este sentido, una de sus esculturas más emotivas es su magnífico San José (2012) que lleva en brazos al Niño Jesús. El amor paternal, la entrega, la protección o la ternura son sentimientos universales que no ocultan en esta pieza la originalidad con la que está tratado el tema sacro. Una potencia religiosa que no evita que cualquier padre o madre pueda reconocerse en ese amor que transmite el gesto y la mirada del protagonista.

Sería imperdonable ignorar que su producción realizada en el ámbito de la escultura civil supone un conjunto de enorme interés. Comprobamos con orgullo que estas esculturas tienen el rigor, el compromiso y la sensibilidad necesaria para su realización cuando valoramos obras como el retrato a D. José Ramos Arjona (2005) o el realizado para D. Felipe Benítez Ruiz-Mateos (2000). Ambos son muestras de un acercamiento plástico a la persona que va más allá de las formas retratadas. En ellos, Caballero recrea esas variadas técnicas que domina -desde el modelado del barro a la compleja talla en mármol-. Sin olvidar que su valía y dominio artístico lo ha demostrado por igual en la producción de diversas piezas de encargos como son los trofeos, bajorrelieves o escultura civil pública.

En definitiva, acercarse a la interesante obra de Miguel Ángel Caballero Pérez implica la oportunidad de poder disfrutar un conjunto que no deja indiferente al más exigente público desde el ámbito plástico al civil o al sacro y la confirmación de lo que muchos sabíamos hace tiempo: que es un gran escultor.

Marisa Vadillo. Dra. en Bellas Artes y Profesora de la Facultad de Bellas Artes de Sevilla.